Capítulo 1

Me llamo Juan de Minjares y soy aparejador de cantería en las obras de El Escorial desde abril de 1576. Mi trabajo es llevar el orden en las cuadrillas de destajeros y controlar el buen ajuste de los bloques de piedra labrada que forman los sillares con los que se están levantando las trazas de la basílica. El desempeño se lo debo a Juan de Herrera, el arquitecto de la obra y debo decir que en esta responsabilidad fueron delante Pedro de Tolosa y Lucas Escalante que fueron destituidos por el arquitecto por no estar conforme con sus servicios. No soy hombre de muchas palabras y sí de actos y trazas, y me gusta ver crecer las obras y tocar mi delantal manchado, cada día, con el polvo que da la talla del  trabajo bien hecho. El martilleo de los mazos en los buriles es para mí mucho más que un sonido vulgar: es mi vida. Y ésta, según coligo, la veo en grave riesgo. Los sucesos que acaecieron desde mi llegada a la Fábrica son los que a continuación transcribo, y en ellos quiero dar fe de mi comportamiento y del de nuestra logia para mayor gloria de Dios. También reflejo en ellos las andanzas y quehaceres de otras personas que, ajenas a nosotros, obreros de Logia, ponen en peligro el fiel desarrollo de las enseñanzas recibidas y transmitidas por los canteros de esta Fábrica.

Hechas las provisiones económicas con mis compañeros de Logia para atender al futuro de mi familia, guardo estos papeles en el compartimiento oculto tras las columnas, en el lugar que sólo los otros maestros conocen, para que en el futuro ellos hagan con el escrito de mi testimonio lo que su juicio y proceder les dicte.

 

El Escorial, a siete  de julio de mil y quinientos setenta y siete.