INTRODUCCIÓN

Palacio del Belvedere. Vaticano, Roma

21 de Junio de 1516.

 

-Estate quieto ahora, Salai- dijo Leonardo-. Cállate y sonríe.

Lo que el viejo pintor buscaba en ese momento de silencio era sólo  una sonrisa, un singular gesto de su modelo. El maestro necesitaba ver una expresión única, algo muy especial que era lo que hacía de Salai, un hombre por lo demás zafio y alocado que le servía de doméstico, algo imprescindible en su vida, tanto que llevaba con él más de veintiocho años.

Esa sonrisa, y no otra, era algo  que  obsesionaba al pintor desde que un día, apenas tomó conocimiento, la encontró en los labios de su madre y que desde entonces se le había anudado en el alma hasta el punto de buscarla para siempre. Cuando murió Catalina, su madre, Leonardo perdió esa expresión, y toda su vida, desde entonces, había girado en torno a su recuerdo y no había pasado día que no la persiguiera obsesivamente, bien en sus imaginaciones de niño, bien buscándola en los rostros de cuantos pasearon por su lado. Y eso, que no era poco, era lo que tenía Salai en la cara y que Leonardo reconoció en el niño de diez años que entró a servirle como ayudante cuando el pintor había cumplido ya los veintiséis. Desde entonces Salai era inseparable del pintor.

Leonardo de Vinci, el hijo bastado de Ser Piero y de Catalina, una esclava de su padre nacida en Medio Oriente y ocupada como campesina en alguna de sus muchas tierras, sólo recordaba de quien fue su madre esa sonrisa y, más aún, no sólo la buscaba en todo cuanto veía, que por eso eran muchas cosas las que miraba y todas le concernían, sino que vivía en ella, en su constante recuerdo. El haberse criado con su padre, sin Catalina, y abocado a las artes del comercio y de las leyes era algo que le repugnó desde el principio y por ello, de niño,  trasteaba de un estudio a otro, que hasta en la música ofició de joven, sin encontrarse a gusto más que imaginando, como fuera, esa gesto dulce y amoroso que se le clavó en el alma al nacer y que por no encontrarlo luego decidió pintarlo y por eso fue pintor junto a las demás cosas que hizo.